14 may 2013

Las dos Europas

Si Antonio Machado pudiera volver a nuestra época ya no reflexionaría tan sólo sobre el problema de las dos Españas, sino también de lo que ya vienen a ser "las dos Europas". Y de este modo el genio sevillano podría proseguir con su poesía en versión actualizada:


Ya hay un europeo que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una Europa que muere
y otra Europa que bosteza.

Europeíto que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Europas
ha de helarte el corazón.


No queda muy claro si realmente hay dos Españas, o si en verdad hay tres, cuatro o cuarenta y siete versiones del mismo país. Tampoco queda claro si existen dos Europas o más. Pero hay algo fascinante (a la vez que peligroso) en la idea de ver el mundo en blanco y negro, como si todo fuera una cuestión de extremos opuestos e irreconciliables. Ahora que Europa sufre, son muchos los que se han apuntado al carro de las dualidades para explicar el desastre. La frontera se encontraría en el río Rin, separando desde el inicio de los tiempos el cielo del infierno, el pecado de la virtud, el trabajo de la pereza.

Pero, ¿qué hay de cierto en este relato maniqueo de Europa?

La idea de las dos Europas se asemeja en verdad mucho a la de las dos Españas. Dividir el mundo en dos es algo tentador y asequible para muchas personas. En cuanto se retiran los matices, es fácil tomar partido entre el bien y el mal, entre la fuerza y su reverso tenebroso. Así, cual forofos de un Madrid-Barça, vemos que todo encaja: hay una Europa de obreros y otra de banqueros. Proletarios y explotadores. Una Europa de corruptos y otra de santurrones. Al norte del Rin los que viven para trabajar y al sur los que trabajan para sobrevivir. Al sur, campechanos y gastrónomos à la provençale camparían a sus anchas; mientras que el norte sería un refugio de individuos ariscos aficionados a la sofisticada dieta de la patata y de la salchicha. En fin, tópicos trasnochados que vuelven a estar de moda para la nueva temporada.



Los límites a la noción de "las dos Europas" los pone la imaginación

Con todo, esto de las dos Europas tiene algo de cierto. Los tópicos son caricaturas, pero como se suele decir, "cuando el río suena..."

Geográfica y culturalmente, Europa ha sufrido numerosas divisiones a lo largo de su historia. Divisiones que, por otra parte, siempre han estado marcadas por numerosos matices. Así, la cultura grecorromana, que dominaba la práctica totalidad de la Europa meridional, agrupaba a los que no eran de su estilo bajo el calificativo de "bárbaros", ignorando la complejidad de lo que se ocultaba tras la expresión. Del mismo modo se dividió Europa durante la Reforma, en la que toda disensión contra la doctrina de la Iglesia de Roma se llamó "protestante", como si el protestantismo fuese en realidad algo unidimensional. Y así hasta la Segunda Guerra Mundial, donde bajo la solapa de "Aliados" se agrupaban realidades tan distintas como las del Reino Unido, Francia (discutible incluso que lo fueran) y la URSS.

Cierto, siempre se ha podido dividir Europa en dos bandos irreconciliables. A menudo, como ocurrió durante el siglo pasado, hasta se podía hablar de un bando moralmente superior a otro, como fueron los Aliados frente al Eje. Pero las consecuencias sobre los individuos de uno y otro bando siempre fueron las mismas: hambre, miseria y guerra.

¿Existen dos Europa? Puede ser. ¿Están abocadas al enfrentamiento? Tenemos que pensar que no.

La antigua comunidad Europea, en su estructura original, tenía la idea en mente de superar la antigua confrontación. Frente a la tesis de los dos opuestos en permanente lucha hasta la victoria del mas fuerte, la idea de una Europa unida debería de buscar la complementariedad entre las diferencias. Al estilo del materialismo dialéctico, una Europa que merezca la pena tiene que construir una síntesis entre sus diferencias, entre su tesis y su antítesis. Pero si en lugar de todo ello tenemos nos encontramos frente a la losa del dogmatismo, a la tensión entre el amo y el esclavo, volveremos una y otra vez al triste relato de las dos Europas que tanto daño ha hecho a lo largo de los siglos.

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